LOS FINADOS
Los “Finados” consiste en una práctica donde se reunían familiares, amigos y vecinos a modo de convivencia en una noche peculiar, por lo que supone esta fiesta. La mujer de mayor edad de la familia recordaba a los muertos, los finados, los que habían llegado a su fin. Se recordaba a los FINADOS o fallecidos, resaltando sus virtudes y contándose anécdotas de su vida, se hablaba, se comentaba anécdotas y se comía los frutos de la época: castañas, nueces, manzanas del país y demás; por los fríos de la estación otoñal se acompañaba con buchitos de anís, ron miel o vino dulce.
Con el paso del tiempo se le ha dado un carácter un tanto lúdico-popular con la participación de grupos de vecinos e incluso se acompaña la noche con el toque de alguna parranda que ameniza la “finada”.
En los Arbejales de Teror y en Valsequillo se traslada el rito a la calle con los Ranchos de Ánimas, que ronda al pueblo o al barrio con su peculiar canto.
Era costumbre en los pueblos cumbreros de Tejeda y Artenara, prepararse para ese día con la matanza previa del cochino y amasar el pan, se invitaba a los familiares y vecinos más cercanos al almuerzo, normalmente a base del “Mojo de Cochino”, preparado con las asaduras del animal sacrificado, haciéndose un exquisito guiso al cual se le añadían almendras, pasas y piñones.
Llegado el día, los niños cogían una talega e iban visitando las casas pidiendo “LOS SANTOS”. Tocaban en la puerta y preguntaban ¿hay santos?. El vecino o vecina decía que sí, depositando en la talega, nueces, higos pasados y castañas. Por la tarde se reunía la familia para comer lo que habían recogido los niños, acompañado de anís y vino dulce.
Normalmente por la noche se celebraba un baile de taifas muy esperado por los jóvenes. Todo terminaba a las 12 de la noche, para respetar el día de los difuntos.